• La muerte no es más que la victoria del tiempo. Y fijar artificialmente las apariencias carnales de un ser supone sacarlo de la corriente del tiempo y arrimarlo a la orilla de la vida.
• Se descubre así, en sus orígenes religiosos, la función primordial de la escultura: salvar al ser por las apariencias.
• La necesidad incoercible de exorcizar el tiempo no se cree ya en la identidad ontológica entre modelo y retrato, pero se admite que éste nos ayuda a acordarnos de aquél y a salvarlo, por tanto, de una segunda muerte espiritual.
• La fabricación de la imagen se ha librado incluso de todo utilitarismo antropocéntrico. No se trata ya de la supervivencia del hombre, sino –de una manera más general– de la creación de un universo ideal en el que la imagen de lo real alcanza un destino temporal autónomo.
• Si la historia de las artes plásticas no se limita a la estética sino que se entronca con la psicología, es preciso reconocer que está esencialmente unida a la cuestión de la semejanza o, si se prefiere, del realismo.
• La pintura se encontró dividida entre dos aspiraciones: una propiamente estética –la expresión de realidades espirituales donde el modelo queda trascendido por el simbolismo de las formas– y otra que no es más que un deseo totalmente psicológico de reemplazar el mundo exterior por su doble.
• El conflicto del realismo en el arte procede de este malentendido, de la confusión entre lo estético y lo psicológico, entre el verdadero realismo, que entraña la necesidad de expresar a la vez la significación concreta y esencial del mundo, y el pseudorrealismo, que se satisface con la ilusión de las formas.
• Hecho psicológico La satisfacción completa de nuestro deseo de semejanza por una reproducción mecánica de la que el hombre queda excluido. La solución no estaba tanto en el resultado como en la génesis.
• De ahí que el conflicto entre el estilo y la semejanza sea un fenómeno relativamente moderno y del que apenas se encuentran indicios antes de la invención de la placa sensible.
• La originalidad de la fotografía con relación a la pintura reside por tanto en su esencial objetividad.
• Por vez primera, entre el objeto inicial y su representación no se interpone más que otro objeto. Por vez primera una imagen del mundo exterior se forma automáticamente sin intervención creadora por parte del hombre, según un determinismo riguroso.
• Sean cuales fueren las objeciones de nuestro espíritu crítico nos vemos obligados a creer en la existencia del objeto representado, re-presentado efectivamente, es decir, hecho presente en el tiempo y en el espacio.
• La fotografía se beneficia con una transfusión de realidad de la cosa a su reproducción.
• La fotografía no crea –como el arte– la eternidad, sino que embalsama el tiempo; se limita a sustraerlo a su propia corrupción.
• En esta perspectiva, el cine se nos muestra como la realización en el tiempo de la objetividad fotográfica.
• FILM Por vez primera, la imagen de las cosas es también la de su duración: algo así como la modificación del cambio.
• Las virtualidades estéticas de la fotografía residen en su poder de revelarnos lo real.
• Puede incluso sobrepasarle en su poder creador. El universo estético del pintor es siempre heterogéneo con relación al universo que le rodea.
• Surrealismo La distinción lógica entre lo imaginario y lo real tiende a desaparecer.
• Toda imagen debe ser sentida como objeto y todo objeto como imagen.
• Fotografía ha permitido a la pintura occidental liberarse definitivamente de la obsesión realista y recobrar su autonomía estética.
• La fotografía nos permite admirar en su reproducción el original que nuestros ojos no habrían sabido amar; y la pintura ha pasado a ser un puro objeto cuya razón de existir no es ya la referencia a la naturaleza.
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